Una nueva Mujer

Una articulo de Ana Barrios escritora e ilustradora, Técnico en hemoterapia, Miembro de la Escuela Neijing, España

Una nueva mujer está surgiendo en la faz del planeta. Una mujer que necesita saber de su cuerpo, de sus emociones, de sus anhelos. Una mujer que lentamente comienza a reconocerse, a aceptar su anatomía, su fisiología, su voz. Hoy por hoy, suenan caducos algunos reclamos de “igualdad”. Se busca de corazón la diferencia, la identidad perdida durante milenios.

Mujeres de la talla de Casilda Rodrigáñez, Christiane Northrup, Clarissa Pinkola Estés, Miranda Gray, Karen Houppert, Eve Ensler, Helen O’Connell, resuenan en el correlato de muchas otras que desarrollan la transmisión de ideas y hallazgos reveladores en torno a la condición de lo femenino dentro la especie humana.

En ese emocionante despertar, un aspecto sobresaliente es el desvelo progresivo del sentido profundo de la menstruación.

La menstruación: la Cenicienta de todas las mujeres

Este momento histórico en la evolución de nuestra especie, podríamos representarlo con la siguiente imagen.

La Cenicienta, aquella de los cuentos, que era considerada fea, sucia, maloliente, que era sistemáticamente despreciada, y que no tenía derecho a hablar, ha sido invitada a la fiesta de palacio de las mujeres. El objetivo de la fiesta ya no es ‘cazar’ al príncipe  azul, porque todas sabemos que… ¡destiñe con el primer lavado! La fiesta es, porque el palacio de las mujeres comienza a ser apreciado por ellas en su intimidad, por eso es que esta vez hemos invitado a Cenicienta. ¡Qué mar de sorpresas estamos teniendo! ¡No hemos tenido que esperar el beso de ningún varón para despertar del profundo sueño en el que estábamos!…

Resulta que la menstruación, nuestra histórica, masiva y culturalmente repudiada Cenicienta, es una virtuosa danzarina del vientre que se mueve con destreza al ritmo de tambores terrestres y celestes, la Luna.

Ha dejado caer uno de sus velos, y su transparencia rubí, permite vislumbrar infinitos misterios. Ante la magia de los seis velos restantes, que se mueven con libertad naciente al compás de sus caderas, se ha disuelto la imagen de la madrastra y las hermanastras que la trataban con desprecio y la escondían sistemáticamente. Éstas se han dado cuenta de que no tiene sentido pelearse por un príncipe; han estado milenios persiguiendo un grial que llevaban en su vientre.

Ahora brindan todas como si fueran una sola mujer.

Sus copas tienen el mejor vino tinto, gran reserva, que nos ha dado la vida.

Saben que la oscuridad de su bodega, tiene mucho más que hijos para dar a luz.

Se encuentran, conversan y se despiertan unas a otras, con un gesto de solidaria complicidad.

Y, fuera de cualquier interés de mercado, se pasan unas a otras la copa para que se comience a perder el miedo a esa Cenicienta que es nada menos que su preciosa sangre. Sangre lunar color rojo rubí, de textura sedosa y aroma suave. Fuente de vida eterna en sus células Madre, inmortales.

Ana Barrios: 5aromasdeBaubou