Revista En Femenino

Los transportistas, la nevera y la madre que les parió a todos:

Por Odellera

No me lo puedo Creer


Los transportistas, la nevera y la madre que los parió a todos

Sí, has acertado. Este es uno de esos post que escribo cuando quiero desahogarme sin matar a nadie; para que luego digan que la escritura no tiene propiedades terapéuticas. La mayoría de gente lo hace en Facebook, pero como soy escritora, y tengo blog, prefiero cagarme en todo lo que se menea, así, en plan profesional. Pido perdón de antemano por compartir mis miserias, pero es que como tampoco se me ocurría tema para una nueva publicación, he pensado que explicarte el cabreo que llevo podría estar bien. Puede que sea una idea algo estúpida, pero en  TV los programas que triunfan  son los que sacan a pobres desgraciados contando sus penas, y aunque sólo sea por analogía he pensado, ¡qué narices! voy a sacar a la luz las mías. No va a solucionar nada, pero al menos nos vamos a reír un poco.

El maldito Karma ataca de nuevo:

Si no has leído mi artículo «El Maldito Karma de los cojones» no importa, cuando te cuente qué me ha pasado, sabrás de qué estoy hablando. Resulta que cada vez que me voy de vacaciones, al Karma le da por hacer de las suyas. Esta vez ha tenido la delicadeza de sorprenderme con la nevera escacharrada. No sabes el gusto que da llegar a casa, después de 10 días pasándolo de fábula con la familia y los amigos, y descubrir que la nevera no va y que todo lo que hay en el congelador está para tirar (bastante cosa, por cierto).

Viernes 29 de diciembre:

No me hace falta ser un genio en matemáticas para sacar cuentas y saber que, como mínimo, voy a estar más de una semana sin frigorífico. Ni el Prosecco fresquito para fin de año voy a tener. ¡De puta madre! Mi marido y yo analizamos la situación y aventuro que puede ser el fusible del enchufe (sí, los enchufes aquí en the UK tienen fusible. Para saber más lee qué cosas raras hacen los Brits en «Hijos de la Gran Bretaña: Mi vida al revés». Así que lo cambiamos, para probar suerte, pero el invento no da resultado. Al cabo de un rato de encontrarnos con el percal, la maldita nevera vuelve a funcionar. El problema no es eléctrico, parece del motor. Ahora va, ahora no va. Bueno, mirándolo por el lado positivo, si funciona a ratos, podremos ir tirando hasta que la arreglen o compren una nueva. Y digo “compren”, porque el piso es de alquiler y el problema lo tiene que solventar el propietario; la nevera es suya.

Sábado 30 de Diciembre:

Llamamos a la agencia inmobiliaria que nos gestiona el alquiler. Lo de gestionar es por decir algo, porque la chica que la agencia no es de las que se desvive para dar un servicio mínimamente decente. Responde al teléfono y, después de explicarle que ayer le enviamos un email pero no contestó, nos suelta la primera trola: «ayer no trabajábamos y por eso no vimos el email». Ya, seguro. Los viernes NO trabajáis pero los Sábados sí. Será una novedad, porque hasta donde sabemos el horario de la agencia es de Lunes a Sábado. Y después, nos dice que va a ser muy difícil encontrar un técnico para que venga al día siguiente (domingo y 31 de diciembre). O sea, que nos plantamos a Martes 2 de enero sin que nadie haya mirado la puta nevera. Pero lo mejor es la solución que nos da la tiparraca: que podemos usar una bolsa de frío para meter TODA la compra que nos han traído del súper; la que hicimos online, desde Barcelona, antes de saber que la nevera, en Brighton, no chutaba (a veces las nuevas tecnologías no son tan prácticas como parece 😛 ). Tiene suerte que el que está hablando por teléfono con ella es mi marido, porque si llego a ser yo, le pregunto cuál es la marca de bolsa que ella usa para conservar ese cerebro privilegiado que Dios le ha dado. ¡Anda que voy a esperar que me saque las castañas del fuego!

JM —, le digo a mi churri cuando cuelga y me cuenta qué le ha dicho la de la agencia — ponte en internet y mira si hay algún servicio de reparación urgente de neveras en Brighton (para dar órdenes soy una crack).

¡Bingo! Hay una empresa que da servicio urgente. ¡Y pueden venir mañana domingo, día 31 de diciembre! ¡Viva la madre que les parió! Así me gusta. Gente profesional.

Llamamos a la pava de la agencia para restregarle por la cara que sabemos hacer el trabajo mejor que ella (aunque seguro que le importa una mierda) y la iluminada nos dice que va a hablar con el propietario del piso (que tiene que dar el visto bueno) y con la empresa de reparación. Más tarde nos comunica que mañana por la mañana vendrá un técnico.

Domingo 31 de diciembre:

Viene el técnico. Sí señor. Un chico muy simpático, por cierto. No está ni diez minutos. Comprueba que se trata de un problema del compresor del motor, me dice que la nevera es tan vieja que no vale la pena repararla y me desea un feliz año nuevo. ¡Ala, ya está!

¡Por fin nevera nueva (si llega)!

Como la nevera funcionaba a ratos, pudimos celebrar el fin de año con Prosecco fresquito y el día 2 (el día 1 era festivo) la agencia se puso en contacto con nosotros para preguntarnos las medidas del hueco de la nevera, ya que el propietario quería comprar una nueva online. Le pasamos los datos que nos pedía y mi disponibilidad para la entrega, dejando claro que hasta las 9:15h de la mañana (quédate con esta hora) no podía asegurar que hubiera alguien en casa.

A ver, no es tan complicado. Después de las 9:15h estoy en casa toda la puñetera mañana y pueden traer la nevera a la hora que les salga de los huevos. ¿Y qué franja horaria eligen? De 6:30h a 10:30h de la mañana. ¡Genial! ¡Un hurra para esas mentes pensantes!

Así que esta mañana mi churri llama para saber si el repartidor puede venir a partir de las 9:15h, pero nos dice que ya está de camino; va a llegar justo a la hora en la que JM se va a trabajar y yo al cole a dejar a mi hijo. ¡Me cago en la ley de Murphy! La única opción que nos da el tipo es llamar al servicio de atención al cliente de la tienda para cambiar el día de entrega. Lo hacemos y, desde la central, nos dicen que si no hacen la entrega hoy (miércoles) hasta el sábado no va a ser posible. ¡Jodeeeeerrrr! Vale. Decido avisar al colegio (mi hijo va a llegar tarde) y quedarme en casa para la entrega; no quiero pasar más días con un frigorífico bipolar (ahora funciono, ahora no funciona).

A las 8:45h mi churri ya se ha ido al curro y me llama para decirme que el transportista le ha llamado para comunicarle que está en la puerta de casa.

JM, al timbre no ha llamado nadie. Además, estoy mirando por la ventana y no veo ni el camión de reparto, ni hay nadie en la puerta.
—A mí me han dicho que están en la puerta.

Tomo aire y cuento hasta 10. OK.

Bueno, pues nada, (los señores invisibles) ya llamarán.

Pasan los minutos.

—JM, aquí no ha llamado nadie. Sigo sin ver el camión de reparto o al repartidor con la nevera.

Me dicen que están en la puerta, pero que el intercomunicador no va.

No me lo creo. Voy a ver si están y, en caso que estén, que lo dudo, les abro.

Bajo hasta la entrada del edificio. Ni una alma. Si hubiera estado en el lejano oeste, habría visto esas bolas de ramas en el suelo empujadas por el viento.

¡JM, que aquí no hay ni Dios! ¡A saber dónde coño están!

Me dicen que no les has visto porque ya han subido.

¡Y una mierda pinchada en un palo! ¡¿Cómo van a subir sin que yo les vea?! ¡QUE-NO-HAY-NA-DIE!

Vale, les llamo otra vez —. dos segundos después — Que dicen que ya han pasado y que no había nadie. Me han colgado el teléfono.

Uf-uf-uf… Mis ojos empiezan a llenarse de energía para soltar rayos láser asesinos al primero que se le ocurra decirme algo.

¡Llama inmediatamente al servicio de atención al cliente y les dices que estos transportistas mienten más que hablan! ¡Qué se han creído! ¡¿Que estoy en casa rascándome el chichi?! ¡Tengo que llevar al niño al colegio! (a poder ser:¡hoy!)

Respuesta del servicio de atención al cliente: Ahora mismo vienen a hacer la entrega. ¡Hombre, ya era hora que alguien pusiera los puntos sobre las “i”!

¿A que no adivinas a qué hora se han presentado los dos lumbreras con la nevera? ¡A las 9.15h! ¡En punto! La hora en la que supuestamente no podían hacer la entrega. ¡La madre que les parió! Vaya tela…

Eso sí, ahora ya tengo mi neverita (le saco una cabeza) puesta en la cocina, funcionando. Y me las he apañado para meterlo todo dentro; hasta los cadáveres de los transportistas. Ja, ja, ja… (risa diabólica de satisfacción) 😉

Los transportistas, la nevera y la madre que les parió a todos:

Los cuerpos no se ven en la foto porque están en el congelador.

Nota: He tenido que hacer sitio para un cadáver más. Cuando he ido a coger las llaves del coche para llevar a mi hijo al cole, me he dado cuenta de que JM se las había llevado al trabajo. (¡Puto Karma y Puta Ley de Murphy!)

Ya me he desahogado. Desahógate tú también en los comentarios, más abajo 😉

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About the Author
Los transportistas, la nevera y la madre que les parió a todos:

Olga

Adicta al chocolate y soñadora. Me dedico a escribir por placer.

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