Revista Solidaridad

La vida de Charles, una persona sin hogar.

Por Vitol
La vida de Charles, una persona sin hogar.

Brian L. Frank (The Wall Street Journal)

Carecer de hogar y vivir en la calle es una de las formas más claras de exclusión social, acarrea perjuicios a la persona claramente diferenciados de otras formas de exclusión, tanto que se ha llegado a hablar de las personas sin hogar como los excluidos de los excluidos.

Las personas sin hogar son altamente vulnerables, pernoctan en espacios públicos y se encuentran indefensos, la mayoría de ellos permanecen sólos durante su estancia en la calle, se ven afectados por las inclemencias del clima y están obligados a desplazarse constantemente entre centros de caridad y públicos para sobrevivir. Están altamente estigmatizados y sobrellevan numerosos prejuicios a sus espaldas, se les tacha en ocasiones de violentos y peligrosos.  Por si fuera poco, su estancia en la calle les imposibilita encontrar un trabajo que les de la remuneración que necesitan para salir de la situación; sufren enfermedades debido a las condiciones higiénicas que están obligados a llevar e incluso se ven afectados psicológicamente.

Existe un estereotipo muy difundido de estas personas, pensamos en individuos mal vestidos, sucios, que huelen mal, rodeados de cartones, de un tetrabrik, de un animal de compañía, etc. Son tachados de holgazanes, vagos, y principal culpables de su situación. Recomendado consultar la encuesta sobre personas sin hogar del INE en 2005 donde se constata esta afirmación.

Sin embargo, los estereotipos no dejan de ser simplificaciones de la realidad para que la tarea de comprender el complejo mundo que nos rodea nos resulte más fácil. El ejemplo de Charles es una clara prueba de ello, uno de los muchos sin techo que vagan por San Francisco y que, aunque carecen de los medios básicos para vivir, no han renunciado a la tecnología. Con su gorra de punto púrpura y su chándal amarillo, Charles se ha convertido en parte del paisaje de San Francisco, alguien que se ha hartado del sistema y que prefiere dormir en su pequeño rincón, lejos de los albergues.

Una de sus preocupaciones cotidianas, además de conseguir conexión, es cargar la batería del portátil, o sustituirlo cuando éste se avería o se rompe. Tiene una lista mental de los lugares donde puede recargar las baterías y de los cafés donde le permiten estar un buen rato conectado sin llamarle la atención.

En las largas noches bajo el puente, Charles se pasa las horas escribiendo poemas  o quejándose del trato de la policía. En los últimos tiempos se ha convertido en una especie de adicto a un juego virtual que le permite llevar otra vida y reclutar a otros jugadores para construir su propio imperio criminal. También le gusta realizar a través de la red llamamientos para realizar tal o cual operación, para unirse a su causa o acompañarlo hasta Moscú.

Su aparición en las páginas de The Wall Street Journal le proporcionó una gloria pasajera. Durante unos días, algunas personas se interesaron por él y sus circunstancias, pero su vida siguió más o menos igual, al fin y al cabo es él mismo el que ha elegido este tipo de vida, tan respetable y respetuosa como legitima.

Fuente | Libro de notas

Existe un estereotipo muy difundido de estas personas, pensamos en individuos mal vestidos, sucios, que huelen mal, rodeados de cartones, de un “tetrabrik”, un animal de compañía. Son tachados de holgazanes, vagos, y principal culpables de su situación. Pero como hemos visto esto último es un gran error. Además, debemos de tener fe en que la supresión de estas arbitrariedades perceptivas termine por convencer de la importancia de tener en cuenta no sólo los factores personales. Existe un estereotipo muy difundido de estas personas, pensamos en individuos mal vestidos, sucios, que huelen mal, rodeados de cartones, de un “tetrabrik”, un animal de compañía. Son tachados de holgazanes, vagos, y principal culpables de su situación. Pero como hemos visto esto último es un gran error. Además, debemos de tener fe en que la supresión de estas arbitrariedades perceptivas termine por convencer de la importancia de tener en cuenta no sólo los factores personales.

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