La chica que escuchaba pintura y veía música: el arte de la sinestesia.

Nuestra cabeza es mucho más complicada de lo que nosotros nos creemos. Normalmente pensamos que las cuestiones de salud mental no tienen nada que ver con nuestro día a día, que son cosas de “locos”, psicópatas, esquizofrénicos y dos o tres transtornos más que salen por la tele. Pero, generalmente, se ven estos asuntos como muy lejanos a nosotros, como si fueran un accidente, que “nunca nos va a tocar”. ¿Por qué?

Melissa S McCracken estuvo pensando hasta los 15 años que todo el mundo veía colores en los libros, en las fórmulas matemáticas en los conciertos… Sin embargo, un día le preguntó a su hermano que de qué color era la letra C y a raíz de eso descubrió que era sinestésica. La cara del hermano tuvo que ser un poema, vamos, tendría la ceja más levantada que el Sobera, tú. Y que sepas que la ve amarillo canario.

Y ¿qué les pasa a los sinestésicos? Mira, son personas que, como se dice coloquialmente “tienen un cable cruzado” que hace que procesen los sentidos de una manera diferente a la habitual. Por ejemplo pueden percibir sabores según las texturas que toquen o escuchar colores. No significan que lo tengan asociado. Es decir, no es “toco una fresa y como ya sé a que sabe, me sabe a fresa”, no, ellos directamente al tocar algo perciben un sabor aunque no hayan “chupado” esa superficie. ¿Curioso, verdad?

Pues la amiga Melissa tiene muy claro que su sinestesia, lejos de ser un problema, es como un don: “Having synesthesia is not distracting or disorienting . It adds a unique vibrance to the world I experience.” Dice que lo que más le gusta es cuando escucha música porque, además de ver un espectáculo de colores, también puede ver texturas y movimientos. Por ejemplo, la imagen que encabeza este post es lo que ve si escucha Life on Mars de David Bowie y la última es Imagine… Te quedas picueta perdida, tú.

Aquí tienes otras canciones que ha pintado.