Irene Adler frente a Sherlock Holmes: Escándalo en Bohemia

El capítulo cuyo inicio acabáis de ver fue el primero de una larga serie protagonizada en los años ochenta y noventa por el actor británico Jeremy Brett. Se tituló Escándalo en Bohemia y fue emitido por primera vez el 24 de abril de 1984. Fue una de mis series de culto - tengo los CDs de la serie completa, películas incluídas- y este primer capítulo es uno de mis preferidos. En él aparece un personaje femenino que me resultó particularmente interesante: Irene Adler o, como el mismo Holmes solía llamarla, The Woman. 
El rey de Bohemia, que le prometió matrimonio para abandonarla después, la describe como una mujer inteligente, fuera de lo común, valiente y segura de sí misma. Recuerdo perfectamente la imagen de Irene disfrazada de hombre, acompañando al rey en un espectáculo de music-hall.  Enfundada en un elegante vestido negro de hombre, camisa blanca y sombrero de copa, una copa de champán en la mano, Irene contempla maliciosa y sonriente a la bailarina que, impúdica, se muestra ante esos honrados hombres de negocios, el rey de Bohemia entre ellos. ¿Fue la doble naturaleza de su deseo, esa fascinante mezcla entre masculinidad y feminidad la que sedujo al entonces príncipe de Bohemia? 
En un primer momento, Irene impresiona a Holmes por su belleza física. Grandes ojos, boca sensual, cuello de cisne... Más tarde, al fin de la boda secreta de la que  Holmes es inesperado testigo, esta elegante dama le mostrará sin saberlo su lado amable y generoso. La ve enamorada de su marido, regala a Holmes  (disfrazado de mozo) un soberano... Belleza, generosidad y buen corazón, cualidades tradicionalmente atribuidas a las mujeres, burlarán la aparentemente inexpugnable inteligencia de Holmes y le llevarán a creer, erróneamente, que se encuentra ante "una  mujer". Quizás ante una criatura  dotada de cierta inteligencia (o una intuición muy desarrollada; ¿qué sabrá una mujer, una mujer dulce, generosa y de buen corazón?), pero en todo caso incapaz de compararse con la suya. 
Cegado por el orgullo de creerla vencida, descubierto mediante un ardid el escondite de la comprometedora fotografía que el rey de Bohemia intenta recuperar desesperadamente,  un Holmes eufórico no sospecha que el desconocido que le saluda frente a la puerta de su casa es  en realidad Irene disfrazada de varón. Ha descubierto el engaño  y escapará con un margen de tiempo suficiente para dejarle en ridículo ante su antiguo amante: el rey que, orgulloso hasta lo patético, se lamenta de no haberla podido hacer su reina, pues ella, afirma, no está a su nivel. Ciertamente, Majestad -le responderá Holmes, irónico- ella está a un nivel muy distinto al vuestro. 
El detective más famoso de la historia guardará siempre una fotografía de Irene, a  quien se referirá en sus conversaciones con Watson como The Woman, y por quien sentirá una emoción  peligrosamente parecida al amor. A diferencia de la mayoría de mujeres de su época, Irene es la mujer completa: la que no responde por completo al género en que la encasillaron; la que ha sido capaz de construirse una identidad propia, fusión y superación de lo masculino y lo femenino. Una combinación fascinante, ante la cual un corazón adolescente, hace ya tantos años, tampoco pudo permanecer impasible.