Revista Cultura y Ocio

I’ll never fall in love again

Publicado el 20 septiembre 2016 por Angel Maíllo @gramofono1

SECCIÓN CHAMPAGNE Y MÚSICA DE FONDO

             POST EN COLABORACIÓN CON EL BLOG CHAMPAGNE PARA DESAYUNAR

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– No me vuelvo a enamorar más. 

– No, espera, creo que no se ha oído bien. No me vuelvo a enamorar más!. _Dijo de nuevo, alzando la voz interior_

– No, espera, no ha llegado a todos los rincones, mejor desde esta esquina. _dijo colocándose en el punto exacto en el que el eco se pudiera oir hasta en el estómago, ese de las mariposas_

_ No, espera … _dijo…Y el amor la interrumpió_

Era un día de verano, de este agosto que no se escribía con A sino con L, de Libertad, que me llevaba en volandas por caminos vírgenes para mi, bailando hasta el amanecer con un maleta vacía que pretendía llenar de vida y con la que recalaba en Verona, la (verdadera) ciudad del amor como primera escala. Allí y entonces, con la música apenas sonando en el Gramófono, se colaba a hurtadillas una voz leve que insistía en no volverse a enamorar. Y debo confesar que resultó una divertida casualidad tararear a una desconocida _para mí _ Dionne Warwick empeñada en mantener su corazón inerte mientras el amor se destilaba puro entre Romeo y Julieta en aquel balcón de piedra veronés; entre cientos de Romeos y Julietas que, yo misma los ví, iban dejando su mensaje de amor en unas paredes cuajadas de promesas de colores y de ilusiones manuscritas.

Ahora, después de enfriar cinco minutos este septiembre, descorchado con la resaca de un agosto inmenso, me sirvo de nuevo una de la Warwick y jugueteo con ese lamento ingrávido. Que no, que no me vuelvo a enamorar. Que no me dejo querer más. Que no quiero querer. Pero a mi es que me entra la risa. Será que me acuerdo de mis dieciocho, nihilista hasta la médula en aquello de los afectos, y me doy cuenta que mi corazón debió ser el kamikaze rebelde que se escapó una noche en que la razón se durmió cinco minutos mientras hacía de imaginaria, porque aquel grito que (yo también) lancé por entonces se perdió en algún punto del camino, eso lo tengo claro. Después no lo encontré jamás. Ni pude, ni quise.

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Y es que ¿quién no ha cogido los mil pedazos en que le han volado el corazón y los ha apostado todos alno me vuelvo a enamorar más, con el fuelle del pundonor sosteniendo la cabeza en alto; así, como se hacen los actos valientes?. Aquella amiga que llora desconsolada mientras barre los cristales rotos de las ilusiones; el amigo que se ha convertido en carton-piedra, que suena más varonil, que no niña, que yo ya no me dejo; la chica de aquella peli de desamor, que lo borda a base de ensayos dejando caer las pestañas comidas de lágrimas al tiempo que le tiembla el mentón (alguna más he conocido que lo borda a base de ensayos, pero sin films ni directores, a pelo, en la vida real.Reincidencia pura y dura).

Imposible no sucumbir, entregar hasta el pellejo a ese salvoconducto a la integridad sentimental. El dolor es lo que tiene, que mueve montañas … y para corazones. O lo pretende. Y cuando te atraviesa el mismo tuétano, está permitido apretar el botón de stop. Porque ese no me vuelvo a enamorar más es una suerte de conjuro para ahuyentar el dolor,ojos de sapo- pata de rana*.…; esun grito de guerra, con las pinturas puestas y la trinchera en pie, que sabe más bien a cuerpo a tierra, a tregua, a  bandera blanca.

Mentiras, dolor, tristeza es lo que obtienes cuando te enamoras, cadenas que te atan; y un tipo que te pincha la burbuja; lo dice Dionne, así como quien no quiere la cosa, que para estos menesteres a mí me hubiera convencido más el tormento de la Simone. Y tiene razón, uno de esos amores de esquinas afiladas te arrasa por dentro y te deja yermos loste quiero; y, en ese momento, firmarías una temporadita de amores al peso, de esos templados que apenas les alcanza el calor para las sábanas.

Pero es quela posibilidad de caer en galeras va implícita en tener el valor de enamorarse.Porque al que le han volado el corazón es por quealguna vezlo puso enalguna parte.La alternativa: corazones de hojalata. De esos también he visto alguno, pero pasarán a la historia sin pena, ni gloria, …ni canciones que suenen en un gramófono. Seguramente también sin burbuja. 

Pero es quela posibilidad de caer en galeras va implícita en tener el valor de enamorarse.Porque al que le han volado el corazón es por quealguna vezlo puso enalguna parte.La alternativa: corazones de hojalata. De esos también he visto alguno, pero pasarán a la historia sin pena, ni gloria, …ni canciones que suenen en un gramófono. Seguramente también sin burbuja. 

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Por eso este I´ll never fall in love again es así, ligero;como pidiendo que le quites la razón, que le devuelvas la fe, el fuego, lo sonetos a media noche y los cafés de la mañana. Como pidiendo “desvísteme, y empieza por desabrochar este escudo, que caiga al suelo, que lo oigamos chocar contra la esperanza y partirse en dos: tu y yo.”

Y es que ese nunca es un nunca con un siempre medio vacío que hay que completar hasta que desborde el vaso, no vaciarlo de golpe.  Un nunca que se entona fuerte con tequila, sal y limón pero que se viene abajo a poco que rascas (la trampa y) el cartón de su corteza.

Así es que, permíteme que te diga _ a Dionne, a la amiga, a tí. Y también a TI_: que te hagas el/la valiente mientras te mueres de miedo, si quieres. Que cojamos el manual y nos volvamos expertos en desactivar los circuitos, yo te ayudo. Que simules que puedes e, incluso, disimules si no has podido. Pero que no te engañes. A ti no. Porque sabes perfectamente que, para cuando quieras acordar, unos ojos te habrán tumbado apenas en un segundo y unas manos serán tu perdición sin haberte tocado si quiera. Y yo, si estuviera en tu lugar, no quisiera perdérmelo. 

Porque maniatar un corazón con las cuerdas que el pensamiento teje es cederle el mando a un capitán sin podery, a partir de ahí, ya puedes cruzar los dedos para no encontrar esos ojos que te tumban o esas manos que te pierden; porque esa será, con suerte, la única opción de que no te enamores de improviso, a traición y sin posibilidad de replica.

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I’ll never fall in love again

 Texto y fotografia: Be naive  Champagne para desayunar

  Música : El Gramófono


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