Revista Solidaridad

El viaje que cambió mi vida y mi mirada

Por Iñaki Iñaki Alegria @InyakiAlegria

El viaje que cambió mi vida y mi mirada

No sabes por qué pero hay lugares que te llegan al alma y llenan tu vida para siempre. Etiopía es ese lugar para mí. Era residente de pediatría en el hospital de Granollers, una ciudad a las afueras de Barcelona, cuando pisé por primera vez Gambo.

Aún no lo sabía, pero mi existencia iba a cambiar.

Todavía recuerdo el día que llegué a Gambo. Un escalofrío de alegría recorre mi cuerpo cada vez que lo pienso.

¿Cómo resumir la experiencia allí? En aquella ocasión escribí: “Es una experiencia increíble en todos los sentidos y en todos los aspectos de la vida: médica, personal, humana y espiritual. Sobrecogedor. Deslumbrante. Alumbrante. Impactante. Inolvidable. Vinculante. Excepcional. Aquí comparten cama la vida y la muerte”.

No podía dormir, cerraba los ojos y veía el sufrimiento de Ruziya, Abdulakim… «Una vez has puesto nombre propio a los niños y niñas que mueren de hambre no puedes permanecer indiferente», anoté en un trozo de papel una de las tantas noches en vela en las que no podía conciliar el sueño. Cerraba los ojos y pensaba en Mikaeli, Abdul… En cómo estarían.

Escribía en las noches de insomnio en una libreta a la luz de una pequeña vela. No teníamos luz en muchas ocasiones. Escribía para expresar mi angustia, para liberarme de ella. El papel era y es la voz de mi alma, mi compañero que nunca falla ni me abandona.

Estos escritos terapéuticos los publicaba en el blog que creé para la ocasión: Cooperación con Alegría (www.cooperacioambalegria.co). A día de hoy sigo escribiendo, lo sigo necesitando, no me puedo acostumbrar al sufrimiento ajeno. No quiero acostumbrarme. Superé el sufrimiento gracias a una excelente acogida en Gambo, al apoyo de la gente de allí, a su amistad. Les estoy agradecido de manera infinita. Sin ellos no hubiese sido posible.

Aún no lo sabía, pero Gambo y sus gentes iban a cambiar mi vida.

Esta es la historia que sigo escribiendo.

Gracias por abrirme los ojos, por deslumbrarme y cambiarme la mirada.

Por entender que como bien dice el proverbio africano

“Hasta que los leones no tengan sus propios historiadores, la historia siempre glorificará a los cazadores”

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