Revista Cultura y Ocio

Cruce de despropósitos

Por Alejandropumarino

Cruce de despropósitos

D. Gregorio hizo gala de un inmejorable sentido de la inoportunidad, ofendiendo por igual a catalanes que a portugueses, pero aún desacertado hasta en la manera de disculparse, el Sr. Tardá expuso públicamente su condición, y la de muchos otros de su formación, calificándolo de “hijo de la gran puta”. Esquerra Republicana vive en un continuo rictus de pesadumbre por constituir una formación en el seno de esta monarquía que aborrecen, aunque en los viajes a Israel bromeen con la corona, eso sí, de espino, haciendo mofa a millones de cristianos que no les han devuelto el favor con el insulto soez que ellos utilizaron contra el Sr. Peces Barba. ¿Que sucedería si dijésemos que el Sr. López (Rovira, según él) es un hijo de la gran puta por burlarse de los creyentes?. ¿O si denostamos la república con la misma, digamos, vehemencia, con la que él trata a la monarquía?. El evidente doble rasero es una cualidad muy propia de progresistas, republicanos y personal de la izquierda en general, capaces de decir algo y lo contrario dentro de la coherencia propia que estos personajes de la cultura, la solidaridad y el compromiso, poseen más allá de una derecha, calificada de cavernaria en una reciente reunión. Se puede bromear con mal gusto, como hizo D. Gregorio, pero no se debe responder con un exabrupto como el del Sr. Tardá, que descalifica no solo al político, sino a los votantes a quienes representa. Tampoco cabe esperar mucho de quienes queman banderas, eso sí, encapuchados, como ejercicio de libertad y de democracia. También Cristina Almeida proponía quemar los libros que no eran de su cuerda ideológica, porque la democracia bien entendida, empieza por uno mismo y, en el fondo, para defender una idea, lo mejor es hacerla totalitaria. Así no hay competencia. Ni sitio para los hijos de la gran puta.


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