Revista Cultura y Ocio

Chee Chee Camoongah

Por Humbertodib
Chee Chee Camoongah
Los dos hombres estaban parados en el centro de la sala más amplia del 3° nivel de la Tate Modern Gallery, frente a la obra Chee Chee Camoongah de Damien Hirst, según lo indicaba el cartel que se erguía frente a los gruesos cordones que delimitaban el espacio artístico. Aparentaba ser un trabajo sencillo: un banco de plaza pintado de verde con un viejo serrucho encima, pero ambos sujetos sabían que las obras de Hirst nunca son simples, por eso caminaban alrededor de ella, se detenían, se llevaban las manos al mentón, asentían, volvían a cambiar de ángulo, se agachaban, acomodaban sus lentes; esto es, determinaban estructuras, puntos de fuga, líneas, texturas y otras erudiciones. Entonces llegó un tercer individuo y pensó en voz alta.
-Sí… es una clara representación de la holgazanería.-Perdón, señor, lo escuché sin querer- dijo con mucho respeto uno de los que estaban desde antes- no estoy de acuerdo, este trabajo es toda una concepción caricaturizada del dormir, el serrucho representa el sonido de los ronquidos y…-… y el banco indica el quedarse dormido sobre…, bueno, sobre un banco del parque- afirmó exultante el tercero, mientras el otro lo miraba con resentimiento porque lo había interrumpido en su explicación.-Lo lamento, pero no coincido con ninguno de ustedes- dijo un cuarto hombre que acababa de llegar-. Si observan con mayor detenimiento, no van a tener dudas de que se trata de una clara analogía de lo que sucede en los parques de nuestra ciudad, cada vez hay menos bancos, pues han sido cortados por el vil serrucho del capitalismo.-No, mi amigo, su opinión me parece distorsionada por una engañosa postura política, es palmario que tiene que ver con el dormir sobre los bancos, y me animo a agregar que hace una clara referencia a los bancos del Regent´s Park, puede constatarlo por la forma y los colores, fíjese bien.-No sea simplista, compañero, Hirst jamás realizaría una obra dejando de lado la política, pertenece al grupo de los YBA's, que están comprometidos con la época.-Pero, por favor, si Hirst es un anarquista reconocido, hasta llegó a...-Disculpen, caballeros- los interrumpió un operario, haciéndolos a un lado con delicadeza- tengo que llevarme estos trastos al depósito, así podemos colocar la obra de una buena vez.
Los cuatro hombres se miraron entre sí, sonrieron con indulgencia y luego se dirigieronhacia diferentes sectores de la sala.

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